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Leo a Paul Bowles cuando el autobús donde viajo llega a Bilbao. Bowles habla de Nairobi, de Mombasa, de los ingleses de Kenia que no utilizan punkahs contra el calor. Pero estoy en Bilbao, es febrero y hace frío. Dentro de algún tiempo, cuando llegue en autobús a Mombasa, deberé hacerlo con un libro de Blas de Otero, leyendo esos versos en los que habla de la lluvia, de atardeceres grises, de oscuras fachadas y de algunos lugares de Bilbao. Pero es el azar, a veces, quien coloca en nuestras manos los libros cuando le apetece. El azar, ese flexo que no siempre se enciende.

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Los Monegros tienen dentro de su paisaje algunas casas derruidas. Todos llevamos siempre algo derruido dentro de nosotros. Aunque no lo queramos. Convivir con la destrucción. Eso es el paso del tiempo.

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