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El tobogán en julio

 

Qué pena, que en un instante tu via

resbalara hacia la muerte, hacia la muerte

muerte, profundamente espantada por la vida.

 

Qué pena que yo no estuviese allí para abrazarla

y así, sin los dos quererlo resbalarnos

amablemente hacia ella, los dos sin voz.

 

Y que pena, pena. Que pena y pena este penar

y el de esta vida, vida, la vida mía, ahora.

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